Berthe Morisot - Mujer arreglándose - c. 1875 (The Art Institute, Chicago) |
Pintura
De acuerdo con la estética impresionista que Morisot defendió fervientemente, este cuadro captura la esencia de la vida moderna en términos resumidos y discretos. La pintura también se mueve discretamente en el ámbito del erotismo femenino explorado por Edgar Degas, Édouard Manet y Pierre-Auguste Renoir, pero rara vez abordado en ese momento por las mujeres artistas. Desarrollada con pinceladas suaves en tonos matizados de lavanda, rosa, azul, blanco y gris, la composición se asemeja a un poema de tono visual, orquestado con motivos perfumados y etéreos como el cabello rubio cepillado, sedas, borlas de polvo y pétalos de flores. La artista incluso firmó su nombre en el fondo del espejo, quizás para sugerir que la imagen en su pintura es tan efímera como un reflejo.
Música
Por último Adele, en su gran número final en Die Fledermaus (El murciélago) (estrenado El 5 de abril de 1874 en el Theater an der Wien), apostrofa el juego de roles, lo ejerce y al mismo tiempo hace sus reflexiones; como por arte de magia imita tres tipos de diferente naturaleza: una rústica inocente, una reina y una dama de París, cada una de ellas en un gesto musical y social distinto. Y en los paréntesis, entre las estrofas, se hace a sí misma las críticas más favorables para cada una de sus actuaciones.
ACTO III
Acaba la fiesta y los personajes acaban apareciendo uno tras otro en a prisión. Adele viene a que Frank, el director, la ayude a prepararse para ingresar en el teatro, pues no es artista, sino criada en casa de los Eisenstein. Frank se indigna pues en la fiesta le ha besado la mano, pero Adela le recuerda que en la boca también. Frank le pregunta si al menos tiene talento, lo que Adele le demuestra actuando como una ingenua aldeana, una reina y una dama parisina (Spiel ich die Unschuld vom Lande, natürlich im kurzen Gewande... - Haciendo el papel de ingenua aldeana, con faldita corta naturalmente...). Aparece entonces Einsenstein, a cumplir su condena, y descubre irritado a Alfred vestido con su batín. Entonces llega Rosalinde. Quiere divorciarse de un esposo que se entusiasma con tanta facilidad por las bellezas desconocidas. Eisenstein protesta. Pero Rosalinde saca el pequeño reloj del bolsillo. Ella era la condesa húngara. Gran escena, pero por suerte ambos esposos tienen algo que perdonarse mutuamente. Ello permite que todo termine bien, la venganza del murciélago ha dado ocasión a una entretenida comedia.
Acaba la fiesta y los personajes acaban apareciendo uno tras otro en a prisión. Adele viene a que Frank, el director, la ayude a prepararse para ingresar en el teatro, pues no es artista, sino criada en casa de los Eisenstein. Frank se indigna pues en la fiesta le ha besado la mano, pero Adela le recuerda que en la boca también. Frank le pregunta si al menos tiene talento, lo que Adele le demuestra actuando como una ingenua aldeana, una reina y una dama parisina (Spiel ich die Unschuld vom Lande, natürlich im kurzen Gewande... - Haciendo el papel de ingenua aldeana, con faldita corta naturalmente...). Aparece entonces Einsenstein, a cumplir su condena, y descubre irritado a Alfred vestido con su batín. Entonces llega Rosalinde. Quiere divorciarse de un esposo que se entusiasma con tanta facilidad por las bellezas desconocidas. Eisenstein protesta. Pero Rosalinde saca el pequeño reloj del bolsillo. Ella era la condesa húngara. Gran escena, pero por suerte ambos esposos tienen algo que perdonarse mutuamente. Ello permite que todo termine bien, la venganza del murciélago ha dado ocasión a una entretenida comedia.
Johann Strauss II - Nº14. Spiel ich die Unschuld vom Lande... - Die Fledermaus