L. van Beethoven (1770-1827), tiene un lugar señalado en la historia de la música, pues la mayor fuerza de su persona consistió en haber sido genio de la transición del clasicismo al romanticismo, el hombre capaz de empezar en un mundo y cambiarlo con su inmensa fuerza interior.
J.-L. David (1748–1825), pintor francés de gran influencia en el estilo neoclásico, que fue para él el vehículo para oponerse a la frivolidad del rococó y superarla, y también para exaltar a través de la pintura unos ideales éticos, como la honestidad o el triunfo del sentido del deber, y ello hasta tal punto que en su obra el regreso a los ideales del clasicismo está al servicio de finalidades éticas, lo que resulta evidente en la mayoría de los temas elegidos. Buscó la inspiración en los modelos escultóricos y mitológicos griegos, basándose en su austeridad y severidad, algo que cuadraba con el clima moral de los últimos años del antiguo régimen.
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