viernes, 26 de abril de 2024

LA PRINCESA DE LAS CSARDAS – El que esté libre de pecado... -Año XIV. Nº 841

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Anónimo - Violinistas gitanos - ca. 1890-1910
Anónimo - Violinistas gitanos - ca. 1890-1910 (Archivo de Arte e Historia, Berlín)

 

Pintura

Litografía en color, procedente de la colección de ilustraciones de la Liebig Company’s Fleisch-Extract, serie dedicada a los instrumentos musicales, debida al impresor Herm. Schött, que representa a unos violinistas gitanos húngaros y a su instrumento.

Música

Die Csárdásfürstin, tan soberana al principio, que naturalmente adquirió un título feudal al llegar a la cima del arte que ella misma cultivó, de manera alguna heredado en forma dinástica, habrá de olvidar en lo sucesivo el ritmo y la cadencia de esa plebeya danza de taberna o sublimarla en silencio. Los autores elogian el suicidio caracterológico al que Sylva condena su genial habilidad, su manera libre de vivir, su singularidad aclamada por doquier, en aras de un hombre y un rango, que en todo caso prometen un destino adocenado, noble pero insípido. Con su canto y su baile, Sylva logró acceder a las esferas más exquisitas para enmudecer y quedarse inmóvil en ellas.

En el foyer de un hotel de Viena, Boni trata de mitigar la congoja de Sylva porque se siente denigrada por Edwin, a quien ama todavía. Sólo consigue distraerla el viejo Feri. Secundado por una orquesta gitana, apela a la apasionada artista para que olvide sus cuitas de amor (“Nimm, Zigeuner, deine Geige” – “Toma tu violín, gitano”) Todo se arregla cuando alguien le recuerda al príncipe que él mismo pudo casarse con su esposa, antigua cantante de varieté, después de que ésta se convirtiera en noble a través del matrimonio con Feri. Y Stasi no tiene inconveniente en cambiar a Edwin por Boni.


Emmerich Kálmán - No. 14 “Nimm, Zigeuner, deine Geige” - Die Csárdásfürstin

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