Jacques-Louis David - El amor de Helena y Paris - 1788 (Louvre, París) |
Pintura
Inspirado en la mitología griega, David representa a dos de las principales figuras de la Ilíada, Helena de Troya y Paris, interpretándose como una sátira de las costumbres del conde de Artois, quien hizo el encargo. En la obra se plasma a Paris con un gorro frigio mientras corteja a la esposa de Menelao. Ésta era el premio prometido por Afrodita a Paris por elegirla como diosa más bella que Atenea y Hera. Las cariátides representadas al fondo del cuadro son una copia de la Tribuna de las Cariátides del Louvre, realizadas por Jean Goujon.
Música
Aunque Offenbach había conseguido a gran coste convencer a Hortense Schneider, conocida para entonces como "La Snédèr", para que aceptara el papel de Helena, el estreno permaneció dudoso hasta el último minuto. Durante los ensayos, La Snédèr se quejaba constantemente de que la extravagante Léa Silly (como Orestes en un papel travestido) estaba intentando echarla de la escena: La Silly improvisaba (privilegio reservado para la prima donna), La Silly la imitaba, La Silly danzaba un cancán a sus espaldas mientras ella estaba cantando un aria importante, etc. La Snédèr no sólo se marchó de escena repetidamente, sino que continuamente amenazaba con abandonar el mundo, o al menos París. Requirió toda la habilidad de Offenbach, creando armonía para que la producción de La belle Hélène (La bella Helena) saliera adelante en el Théâtre des Variétés de París, el 17 de diciembre de 1864.
ACTO II
Sola, sin la anuencia divina, Helena rechaza al príncipe Paris que las asedia con su bizarro encanto. Después de todo debe cuidar sus deberes conyugales y su reputación pública. La amenaza de Paris de que no obstante la conquistará por la fuerza o con astucia, merece su táctica aprobación. Helena pide al sacerdote que le fabrique un bello sueño con Paris. Tan pronto se acuesta éste entra subrepticiamente en la alcoba y nada obstaculiza el amorío in somnum (“C'est le ciel qui m'envoie” - “Es el cielo quien me envía”) Hasta que aparece Menelao, se monta el escándalo, y Paris debe huir no sin antes haber prometido el rapto de Helena.
Sola, sin la anuencia divina, Helena rechaza al príncipe Paris que las asedia con su bizarro encanto. Después de todo debe cuidar sus deberes conyugales y su reputación pública. La amenaza de Paris de que no obstante la conquistará por la fuerza o con astucia, merece su táctica aprobación. Helena pide al sacerdote que le fabrique un bello sueño con Paris. Tan pronto se acuesta éste entra subrepticiamente en la alcoba y nada obstaculiza el amorío in somnum (“C'est le ciel qui m'envoie” - “Es el cielo quien me envía”) Hasta que aparece Menelao, se monta el escándalo, y Paris debe huir no sin antes haber prometido el rapto de Helena.
Jacques Offenbach - No. 15 C'est le ciel qui m'envoie - La Belle Hélène
¿Sabías que aparte de Homero, otros autores griegos trataron el tema de Helena, introduciendo variaciones a veces curiosas, y explayándose asimismo en las motivaciones de la princesa, que durante su estancia en Troya se habría dado cuenta enseguida de su error?
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