Georges Braque - Violin y candelabro - 1910 (Museo de arte moderno, San Francisco) |
Pintura
Esta pintura de Braque utiliza imágenes disgregadas para crear puntos de vista variables. Está pintada en un estilo monocromo con varios tonos con los que el artista creía que acentuaría el tema. En algunos lugares está claro lo que los objetos representados se supone que son (el violín y el candelabro), mientras que en otras partes son mucho más difíciles de descifrar. El método utilizado dio a la pintura una sensación tridimensional que Braque describió como "una técnica para acercarse al objeto". El artista tenía una fascinación por el orden y el método y quería que la mente del espectador viajara sin restricciones dentro de la pintura. Para lograr el resultado deseado, atrapó los objetos principales en el centro.
Música
El Concierto para violín, cuerdas y continuo Nº 2 en Mi mayor, BWV 1042, junto con el otro concierto para violín superviviente de Johann Sebastian Bach, fue compuesto durante su estancia al servicio del Príncipe de Anhalt-Köthen, alrededor de 1730.
J.N. Forkel, biógrafo original de Bach, describe el concierto como "lleno de una invencible alegría de la vida, que canta en el triunfo de los primero y último movimientos". El rondo Allegro assai final es un movimiento de danza, de una exuberancia extraordinaria. Cada sucesivo pasaje, que contrasta con los anteriores, explota las capacidades de bravura del violín, más y más cada vez, hasta que por fin el estribillo final se abate en las alas de treinta y dos notas salvajes.
Johann Sebastian Bach - III. Allegro assai - Concierto para violín y cuerda en Mi mayor, BWV 1042
¿Sabías que este concierto es difícil de fechar? Como suele ocurrir, nos faltan fuentes escritas por el propio Bach. Como los conciertos de Brandeburgo, probablemente se origina en Köthen, una corte vibrante donde el tono fue establecido por música instrumental. Pero también podría datar de Leipzig, donde desde 1730 Bach dirigió el Collegium Musicum local, con quien interpretó mucha música profana en el famoso Café Zimmermann. Cualquiera que sea el caso, podemos suponer que los pocos conciertos para violín que se conservan son simplemente la punta del iceberg y que muchas otras obras orquestales se han perdido o aún esperan ser descubiertas.
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