Antonio Carnicero - Torero - ca. 1775-80 (El Prado, Madrid) |
Pintura
Esta obra de Carnicero y la titulada “Maja de rumbo” forman pareja y representan a tipos populares españoles pertenecientes al mundo del costumbrismo callejero. Siguen la moda de finales del siglo XVIII y poseen un aire rococó delicioso y refinado, sin menoscabo de lo descriptivo, y un punto de gracia y frescura evocadoras del ambiente teatral del momento.
Música
El éxito de Carmen puede deberse, en parte, a los diferentes cambios que jalonan el libreto: escenas trágicas que contrastan con otros pasajes más ligeros, a veces cómicos (personajes como Frasquita, Mercedes, Dancaire o el Remendado), equilibrio entre escenas de algarabía con coros y figurantes, y otras más íntimas en las cuales las solistas pasan a primer plano, etc. Además, la música de Bizet, expresiva, elegante y colorista, su orquestación, sumamente refinada, sus melodías fáciles de memorizar (por ejemplo, no es necesario ser un amante de la música clásica o del bel canto, para acordarse del tema del preludio, la Habanera, o el tema del torero) no son ajenas al éxito alcanzado por esta ópera.
Pero el ansia de libertad de Carmen es más fuerte que el ascendiente de don José sobre ella. Carmen le abandona por el torero Escamillo, cuya entrada en escena es una bonita canción que es coreada por los asistentes (coplas del toreador "Toréador, en garde")
Georges Bizet - Aria del Toreador - Carmen
Bizet no viajó nunca a España y el pintoresquismo con que adornó su obra culmen podría encuadrarse en el gusto por lo exótico que ya manifestó en su debut operístico con Los pescadores de perlas (1863) –ambientada en Ceilán– o en Djamileh (1872) –ambientada en Turquía–, con la diferencia de que la música española resultaba más próxima debido a su importante presencia en el mercado musical francés.
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