Valeriano Domínguez Bécquer - El baile, o la carreta - 1866 (El Prado, Madrid) |
Pintura
Según el propio Domínguez, la escena se ambienta en el pueblo soriano de Villaciervos. Ante el tapial de una casa de leñadores que asoma a la derecha del lienzo está situada una carreta tirada por bueyes, cargada con vigas de madera recién cortadas. Terminada la faena y para celebrar el merecido descanso, dos parejas de campesinos y otra de niños bailan delante del carruaje al compás del tamboril que toca un lugareño sentado en el extremo izquierdo del cuadro, envuelto en la capa blanca típica del pueblo de Villaciervos, junto a una mujer y una niña, que se sonríe al son de la música. Otros paisanos contemplan el baile, unos subidos a la tapia y otros conversando alegremente junto a la carreta mientras contemplan risueños a los pequeños danzarines.
Música
La gran fiesta incluida por Vives en Doña Francisquita, es un non plus ultra escénico que no tiene otras consecuencias dramáticas y se realiza en el gran patio interior, pero a cielo abierto, bajo el cielo de Madrid. Quien viva en esta ciudad puede considerarse invitado. Nadie está excluido. El baile mismo prueba que allí no se desfoga tampoco ningún afán de consanguinidad patriótica ni el egoísmo.
La fiesta está en todo su apogeo. Cuando llega Don Matías y sorprende a su novia con su propio hijo se enfurece pero enseguida depone su enojo porque no puede resistirse a la atracción del baile ni a la idea de que hace mejor pareja con Doña Francisca que con su hija. Entretanto, Lorenzo ahoga la ira que Fernando le había provocado por celos, aunque no se ha dado cuenta todavía que Cardona se ha convertido en un rival más exitoso.
Amadeo Vives - No. 15 Fandango - Doña Francisquita
¿Sabías que en esta gran escena de baile que concita general entusiasmo, vuelve a afirmarse la dramaturgia de los contrastes? Aflora la clásica comedia de figurones de Lope de vega y enseguida vuelve a sumergirse cuando en el año 1840 el anciano burlado Don Matías, se entrega con soltura juvenil a la mazurca como igual entre sus iguales. Al mismo tiempo cae una irónica mirada al presente de 1923 sobre el acontecer escénico de esa generación burguesa esperanzada.
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