viernes, 28 de septiembre de 2018

EL BARBERO DE SEVILLA – Lección de canto -Año IX. Nº 502

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Caspar Netscher - La lección de canto - c. 1664
Caspar Netscher - La lección de canto - c. 1664  (Louvre, París)

Pintura

Pintura galante de Netscher, donde aparece asociado el amor y música. A mediados de la década de 1660 comenzó a elegir temas más pretenciosos, con suntuosos interiores y personajes ricamente vestidos. En sus figuras destaca la representación de materiales como sedas y brocados, probablemente bajo la influencia de los pintores de la escuela de Leiden. Aparece una escultura icónica en la parte superior (Rapto de las sabinas de John de Bolonia)

Música

Muchos entre el público, el día del estreno, eran partidarios de uno de los rivales de Rossini, Giovanni Paisiello, quien recurría a la "mentalidad del populacho" para provocar al resto de la audiencia y que la ópera les disgustara. Paisiello ya había compuesto El barbero de Sevilla y tomó la nueva versión de Rossini como una afrenta personal. En particular, Paisiello y sus seguidores se oponían al uso del bajo bufo, que es común en la ópera cómica. La segunda interpretación se encontró con una suerte bien distinta, convirtiéndose en un sonoro éxito. Es curioso señalar que la obra original en francés, “Le Barbier de Séville” tuvo una historia similar, odiada al principio sólo para convertirse después en una obra favorita en una semana.

ACTO II – Cuadro II
El conde Almaviva llega a la casa del doctor Bartolo con el disfraz de maestro de canto, explicando que Basilio está indispuesto y le envía para substituirle. Como los modales del fingido profesor son tímidos y su traje modesto y severo, el receloso doctor no sospecha y, en tanto que Fígaro le afeita, la lección de música comienza (“Contro un cor” – “Contra un corazón”) El astuto barbero manda llamar al notario, para legalizar la unión entre Basilio y Rosina, pero se las ingenia para que al redactar el contrato matrimonial, sustituya el nombre del doctor por el de Almaviva. Una vez sellado y firmado por los testigos, a Bartolo no le queda otro remedio que aceptar lo que ya no tiene remedio.


Gioachino Rossini - No.11 Contro un cor - El barbero de Sevilla

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