sábado, 26 de enero de 2013

EMOCIONES - Las etapas de la vida -Año III. Nº 168

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Caspar David Friedrich - Las etapas de la vida - 1834
Caspar David Friedrich - Las etapas de la vida - 1834  (Bildenden Künst, Leipzig)

Según Friedrich, las personas de la orilla representarían el ciclo de la vida humana: infancia, juventud y vejez. Es, por tanto, una alegoría de la "navigatio vitae", del viaje vital. Es el atardecer de verano. La composición se abre a una estrecha franja costera en primer plano. En la parte más próxima podemos ver un tonel vacío, una barca invertida y algunos aparejos de pesca. En la parte elevada de la costa aparecen cinco figuras, que se identifican, de forma unánime, con la familia del pintor. El anciano que aparece de espaldas, con un largo abrigo y birrete - a diferencia de su familia, vestida de verano - es el propio Friedrich, apoyado en su característico bastón. El niño sostiene la bandera de Suecia, reino que dominaba la Pomerania en que nació el pintor, hasta 1815; Friedrich solía afirmar que él era "medio sueco". Este país se extiende al otro lado del mar que se halla ante la vista del anciano, quien contempla el horizonte, a pesar de los esfuerzos del hombre más joven, quien trata de captar su atención y señala hacia los niños. Más allá de estos personajes, cinco diferentes embarcaciones se aproximan a la costa. Parecen corresponder a las figuras: cinco personajes, cinco navíos. El mayor, y más cargado, próximo a concluir su navegación, se vincula al anciano; los pequeños botes a los niños; por fin, los lejanos veleros se relacionan con hija y sobrino. Hay otro más en la costa: la barca vuelta hacia la tierra - un 'memento mori' - parece un ataúd que apunta hacia el anciano Friedrich. No falta la luna, cuyo significado cristiano se refiere a Cristo y la vida tras la muerte (Dos hombres en la playa a la luz de la luna). Las generaciones marchan hacia la luz divina, a través de un camino cargado de pesadumbres. Es un cuadro premonitorio, la despedida de Friedrich quien, alejándose de su familia y de ese oscuro primer plano terreno en que siempre se sintió encerrado, se dispone a subir al velero - atravesando la muerte - que le ha de llevar al más allá, a la tierra de la libertad, al mundo espiritual.


La 5ª Sinfonía Tchaikovsky de fue estrenada en la Sociedad Filarmónica de San Petersburgo, el 5 de Noviembre del mismo año, junto al Concierto nº 2 para piano, bajo la dirección del propio compositor. La crítica recibió fríamente la obra. Destaca en el tercer movimiento el compás ternario del vals, sus ornamentaciones llenas de elegancia, y el motivo inicial que va pasando por los distintos instrumentos. La parte central se vuelve más inquieta e intrépida con un insistente staccato, volviendo el tema cíclico, con tristeza contenida, antes del final.

En la primavera de 1888, tras una de sus giras europeas más importantes, en la que conoció a Brahms y a Grieg y escuchó una sinfonía del joven. Strauss (que calificó de insincera y antinatural), el compositor decide apartarse del “mundanal ruido”. Se ha apuntado que Tchaikovsky sufría de cierta neurastenia crónica que le impedía disfrutar, e incluso, digerir los festejos y ovaciones que pocos compositores habían conocido en vida. Por ello, se instala en Frolovskoie, en pleno campo, lugar que lo seduce por completo: “Me he enamorado absolutamente de Frolovskoie; esta comarca me parece el cielo en la tierra”. En esta nueva residencia recobra la inspiración y comienza a exprimir una nueva sinfonía de su “cerebro embotado”. Hacia el 30 de mayo, ya estaba metido de lleno en la composición de la 5ª, tarea que combina con la composición de la obertura Hamlet. A principios de Agosto comenzó la orquestación que concluyó en unas tres semanas, con lo que quería demostrar al mundo que “no había muerto”. Ya anunciamos que la correspondencia del compositor es riquísima y, gracias a ella, podemos inferir los cambios continuos en la valoración de su propia obra como reflejo de la personalidad insegura y fluctuante del músico. Así, el 19 de agosto escribía a von Meck: “Ahora que la sinfonía está terminada puedo decir que, a Dios gracias, no es peor que las otras. ¡Esta certeza me es agradable!”. Poco después, las primeras pruebas hacían furor entre sus amigos de Moscú, sobre todo en Taneiev, como se deduce de sus cartas: “Mis amigos están en éxtasis por lo de la sinfonía, pero habrá que ver cómo la reciben el público y el mundo musical de San Petersburgo.”


Piotr I. Tchaikovsky - III. Valse: Allegro moderato con patrioso - Sinfonía nº 5 en mi menor, Op. 64

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