martes, 1 de noviembre de 2011

ÁNIMAS – El cementerio -Año II. Nº 94

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Caspar David Friedrich - Entrada al cementerio - 1825
Caspar David Friedrich - Entrada al cementerio - 1825  (Staatliche Kunstsammlungen, Dresde)

Es probable que se trate del cuadro conmemorativo de un niño fallecido, cuyos padres aparecen a la entrada del cementerio. La puerta está inspirada en la del cementerio de la Trinidad de Dresde. En la parte superior de la puerta se encuentran las "arma Christi", es decir, la corona de espinas y las lanzas, con la esponja, que se refieren a su martirio en la Cruz, durante el cual le fue ofrecido la esponja empapada en vinagre para calmar su sed. Por tanto, aluden a la muerte de Cristo. En el centro de la puerta y en la parte inferior, esbozados tan sólo, unos ángeles portan la corona del martirio. A este lado, en un primer término sombrío, representativo de la vida terrena, se detienen los padres, que observan tímidamente el otro lado de la puerta, es decir, el más allá, donde reposan las almas, en cuyo fondo, sobre los abetos - símbolos de los creyentes - se destaca la luz celestial. Es la puerta de la salvación.


El niño judío es una zarzuela en dos actos, con texto original de Enrique García Álvarez y Antonio Paso y música de Pablo Luna, estrenada el 5 de febrero de 1918 en el Teatro Apolo de Madrid.

El mundo de la copla se refleja en el segundo acto, en el gracioso dúo cómico de Samuel y Jenaro “Arza y olé…Soy un rayito de luna… Sementerio, sementerio”, imitación de una canción que las hermanas Catafalco popularizaron en el Chancleter, toda una parodia de lo andaluz interpretado por malas cupletistas. El crítico del diario La Época escribió “al demonio se le ocurre poner los cuplés de unos cadáveres y la danza macabra, que son groseros, impíos y de un gusto deplorable”.


Pablo Luna - Soy un rayito de luna - El nino judio

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