viernes, 11 de marzo de 2011

GITANOS - Tragedias -Año I. Nº 56

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Van Gogh - Caravana de gitanos cerca de Arles - 1888
Van Gogh - Caravana de gitanos cerca de Arles - 1888  (Museo d'Orsay, París)

A partir de Courbet y Manet, la presencia de las clases marginadas en el arte resulta cada vez más frecuente. Este asunto permitía a los realistas escapar de la estrecha jerarquía de los géneros académicos, para buscar un arte más sincero, que mostrara la verdadera realidad de la vida moderna. Vincent van Gogh representa de forma magistral esta aspiración de acercamiento a lo real y de alejamiento de los estereotipos románticos sobre los gitanos. En esta obra vemos las tartanas con chimenea incluida que constituían una estampa habitual en aquellos tiempos.


Il Trovatore es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Salvatore Cammarano, basada en la obra de teatro "El trovador" de Antonio García Gutiérrez. Fue estrenada el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma.

ACTO II - Escena 1
Antecedente. En medio de la batalla de Pelilla se vuelven a cruzar los dos enemigos. En un combate anterior, Manrico pudo matar al Conde pero no lo hizo, dando valor al Conde junto a su escuadrón que, en esta batalla, le hiere. Manrico, malherido, fue encontrado por Azucena, la hija de la hechicera, que lo cuidó.

Si hay una escena que ha encumbrado a Il Trovatore como ópera de gran popularidad, es ésta: el coro de gitanos "Vedi, le fosche notturne spoglie". El uso de la percusión - el martillo golpeando el yunque- y el más que célebre "Chi del gitano i giorni abella? La zingarella" (¿quién embellece los días del gitano? ¡La gitanilla!) han alcanzado cotas de difusión fuera del mundo operístico. La mirada de Azucena está perdida ante las llamas de la hoguera. Cuando marchan los gitanos, quedan solos Manrico y Azucena y el trovador le pide que le cuente la historia funesta de la hechicera. Ella le vuelve a contar la historia de la bruja ajusticiada, con detalles escalofriantes, pero añadiendo una revelación capital: era tal su enloquecimiento por el dolor que estaba indiferente a todo lo que no fuera la venganza reclamada por su madre, y en estas circunstancias y en plena locura, el niño que ella arrojó a las llamas no era el hijo del Conde sino su propio hijo. Manrico no es, por tanto, hijo de Azucena sino del Conde.


Giuseppe Verdi - Coro de los gitanos - Il Trovatore

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