Francisco de Goya - Duendecitos de los Caprichos - 1799 (El Prado, Madrid) |
El pueblo creía en los pícaros duendes nocturnos, más bien simpáticos, con aire de frailucos. Tan falsos como las brujas y hechiceras, poblaban la mente de la gente sencilla. Así los vio el aragonés:
Esto ya es otra gente. Alegres, juguetones, serviciales, y un poco golosos amigos de pegar chascos, pero muy hombrecitos de bien. [Museo del Prado]
Los verdaderos duendes de este mundo, son los curas y frailes que comen y beben a costa nuestra. La Iglesia o el clero tiene el diente afilado y la mano derecha monstruosa y larga para agarrar; el fraile descalzo, como más gazmoño, tapa el vaso de vino; pero el calzado no se anda con melindres; echa sopas de vino y trisca alegremente. [Biblioteca Nacional]
Los verdaderos duendes de este mundo, son los curas y frailes que comen y beben a costa nuestra. La Iglesia o el clero tiene el diente afilado y la mano derecha monstruosa y larga para agarrar; el fraile descalzo, como más gazmoño, tapa el vaso de vino; pero el calzado no se anda con melindres; echa sopas de vino y trisca alegremente. [Biblioteca Nacional]
Peer Gynt es un drama del escritor noruego Henrik Ibsen. Fue escrito en 1867 e interpretado por primera vez en Oslo (entonces llamada Christiania) el 24 de febrero de 1876, con música incidental Op. 23 del compositor también noruego Edvard Grieg. A diferencia de otras obras de Ibsen, Peer Gynt es una obra fantástica, en lugar de una tragedia realista. Más tarde, en 1888 y 1991, el compositor seleccionó ocho movimientos para preparar las Suite No. 1, op. 46, y Suite No. 2, Op. 55. El cuarto movimiento de la primera de ellas lleva por título "En la mansión del Rey de las Montañas" ("I Dovregubbens hall")
La pieza es interpretada cuando Peer Gynt, en una fantasía de ensueño, entra en el Salón Real del anciano de Dovrë (el Rey de la montaña). La introducción de la escena continúa: hay una gran multitud de cortesanos troll, gnomos y duendes. El anciano está sentado en su trono, con corona y el cetro, rodeado de sus hijos y parientes. Peer Gynt está ante él. Hay un tremendo alboroto en la sala. Grieg mismo escribió: "Para la mansión del Rey de la montaña he escrito algo que huele tan a boñiga de vaca, ultra-Noruego y ' tan para ti es suficiente' que no puedo soportar escucharlo, aunque espero que la ironía se dejará sentir."
Edvard Grieg - En la mansión del Rey de la Montaña - Peer Gynt, Suite núm. 1 Op. 46
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