Francisco de Goya - La gallina ciega - 1788 (El Prado, Madrid) |
Pintura
Un grupo de cinco parejas, varios majos y majas, así como una dama y un caballero vestidos con elegancia a la francesa, juegan a la "gallina ciega", entretenimiento conocido también como del "cucharón". En el centro del corro, uno de los majos, con los ojos vendados, intenta alcanzar a sus compañeros con la cuchara de madera, mientras que una de las jóvenes, tal vez su pareja, se esconde tras la dama del elegante sombrero. En el fondo de paisaje Goya recrea las orillas del río Manzanares a su paso por Madrid y las lejanías reconocibles de la sierra de Guadarrama.
Música
La Revoltosa, zarzuela de Ruperto Chapí, estrenada en el teatro Apolo, el 25 de noviembre de 1897, incluye buenos ejemplos de danzas populares. Para el público español la danza de las seguidillas está cargada de significado como para justipreciar acertadamente la escena que enseguida domina. En primer lugar, es una danza erótica de galanteo. En segundo lugar, se la baila y se la canta. Abarca pues el lenguaje y el movimiento corporal, en su mayoría acompañado por castañuelas y rítmico batir de palmas, de manera que el cuerpo de bailarines cantantes interpreta a la vez el instrumento y él mismo se convierte en instrumento. En tercer lugar, las seguidillas provienen de otra región; de la Mancha y originalmente de Andalucía. Por consiguiente, el compositor hace brotar este baile en un barrio por completo heterogéneo de la gran ciudad de Madrid.
El ámbito espacial es el patio de vecindad de un barrio bajo madrileño, convirtiendo así en protagonistas indiscutibles de una acción coral a sus habitantes que bajan y suben, juegan a las cartas, discuten y se quieren en torno al corral vecinal (Escena y seguidillas)
Ruperto Chapí - Escena y seguidillas - La Revoltosa
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